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La Palabra de Vida – Amor Espiritual (2) - La importancia del amor espiritual

Noticias Manmin   No. 132
6846
Diciembre 09, 2012


“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”. (1 Corintios 13:1-3)



Pastor Principal Dr. Jaerock Lee



Al capítulo 13 de 1 Corintios se lo conoce como ‘El capítulo del amor’. Este se enfoca en la importancia del amor antes de proveer una detallada explicación acerca del amor espiritual. Aunque tengamos suficiente comida, ropa, vivienda y nada nos falte, si no tenemos amor, toda nuestra esperanza y razón de vivir se desvanece. En otras palabras, el amor es el factor más importante de nuestras vidas.

En 1 Corintios 13:13 leemos: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. Aunque hablemos de modo hermoso como ángeles o tengamos el don de profecía, si poseemos la fe para mover montañas, si damos todas nuestras posesiones para alimentar a los pobres y si podemos entregar nuestros cuerpos para ser quemados, necesitamos amor verdadero para que nuestras obras sean perfectas.


1. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas...

En este caso, las ‘lenguas humanas’ no se refieren al don de lenguas que es uno de los dones del Espíritu Santo, sino a todos los idiomas usados en la Tierra, como son el inglés, chino y ruso. Cuando vemos cómo han mejorado las civilizaciones humanas y lo que se ha transmitido a las generaciones por medio del lenguaje, vemos cuán tremendo es el poder de las palabras.

Los idiomas tienen el poder para conmover el corazón de la gente y así se puede lograr muchas cosas. Si pudiésemos hablar lenguas angelicales con voces hermosas, eso sería asombroso.

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe”. El metal resuena cuando está vacío o es muy ligero, y de la misma manera, somos iguales a la paja cuando estamos vacíos y sin amor espiritual. Solamente cuando estamos llenos del amor de Dios en calidad de Sus hijos que se asemejan a Él podemos ser valorados como trigo ante Dios quien ha cultivado a la humanidad. Cuando decimos algo debemos dar vida a los oyentes y pensar: “¿Con qué palabras puedo animarle? ¿Cómo puedo ayudarle a acercarse a la verdad?”

En el octavo capítulo del libro de Juan, los escribas y fariseos llevaron ante Jesús a una mujer encontrada en adulterio y le dijeron: “En la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” Si él hubiera dicho que la apedreen, ellos habrían argumentado que Él no tenía amor. Si él hubiera dicho que la perdonen, ellos habrían declarado que Él ignoraba la ley. Jesús comenzó a escribir sus pecados uno por uno en el piso y cuando ellos los vieron, sintieron cargo de consciencia y abandonaron el lugar donde se quedaron únicamente Jesús y la mujer. Jesús le dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.

Las palabras con poder espiritual tienen el poder para revivir las vidas, por el contrario, si se intenta imponer las ideas sobre los demás o si señalamos los errores de los demás con nuestras palabras, en realidad no se logra cambiarlos ni darles buena vida, aunque las palabras estén totalmente correctas.


2. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes...

De manera general, la profecía implica hablar de algo que sucederá. En la Biblia, los hombres profetizaron que algo ocurriría al recibir el corazón de Dios bajo la inspiración del Espíritu Santo por alguna razón en particular. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).

Pero, en este caso, el “don de profecía” en el ‘Capítulo del Amor’ no se refiere al don dado de manera específica a estas personas, sino que da a conocer de antemano y proclama que las almas que alcancen salvación serán arrebatadas en el aire cuando venga el Señor, y que luego tendrán un banquete de bodas que durará siete años, mientras que las almas no salvas sufrirán en los siete años de gran tribulación e irán al Infierno luego del Juicio del Gran Trono Blanco.

Asimismo, en este contexto el término ‘Misterios’ se refiere a los misterios escondidos desde antes del inicio, es decir, al mensaje de la cruz. El Mensaje de la Cruz es la Providencia de Dios preparada antes del principio para salvar a la humanidad. Dios sabía de antemano que el hombre iba a pecar y que iría por el camino de la muerte, así que preparó a Jesús, nuestro único Salvador, antes del principio. Dios permitió que este misterio estuviera escondido porque si Satanás hubiera sabido acerca de él, lo habría impedido y el misterio no se habría cumplido.

El enemigo diablo y Satanás pensó que podía mantener la autoridad que se entregó por causa del pecado de Adán si mataba a Jesús. Por eso instigó a los hombres malvados para que lo crucificaran. De modo contrario a sus expectativas, sin embargo, el camino de salvación se abrió al matar a Jesús, el que no tenía pecado en absoluto. A pesar de conocer este misterio asombroso, si no tenemos amor espiritual ni predicamos de él, no será útil.

Lo mismo se aplica a la ciencia; al hablar de “toda ciencia” no se refiere únicamente al conocimiento académico, sino también a todo conocimiento de la verdad escrito en la Biblia. Si conocemos a Dios, debemos creer en Él con todo el corazón al tener un encuentro con Él, de otro modo, nuestro conocimiento es simple ciencia y este incluso juega el papel de estándar para juzgar y condenar a los demás. De este modo, la ciencia sin amor espiritual también es inservible.

Si tenemos “toda la fe” capaz de mover montañas pero no tenemos amor, somos nada. Pedro caminó sobre el agua en un momento de fe mientras Jesús también caminaba sobre el agua, pero él no tuvo amor espiritual, por lo que después, al enfrentar amenazas a su vida, negó a Jesús; pues no había recibido el Espíritu Santo ni tampoco se había santificado.

Cuando experimentamos a Dios, la fe puede crecer. No obstante, el amor espiritual crece en nosotros solamente cuando nos esforzamos mucho por alejar el pecado. Esto no significa que la fe y el amor no se interrelacionan, sino que es por amor que nos abstenemos del pecado y amamos a Dios.


3. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado...

Los que ayudan a los pobres para hacer alarde de sí mismos se tornarán más arrogantes cuando reciban elogios; erróneamente piensan que son justos y por eso no intentan circuncidar su corazón y eso no les es de beneficio. Por el contrario, los que ayudan a los pobres por amor no tienen interés en ser reconocidos por sus obras, lo que se debe a que creen que Dios, quien los mira en secreto, los recompensará con bendiciones y galardones de acuerdo a sus obras (Mateo 6:3-4).

Lo mismo sucede con los sacrificios; “entregar el cuerpo para ser quemado” representa el completo sacrificio de uno mismo. Claro está que podemos sacrificarnos a nosotros mismos cuando tenemos amor, pero, aun sin tener amor, podemos hacer sacrificios. En otras palabras, nos quejamos después de trabajar con fidelidad o nos sentimos incómodos cuando nadie reconoce nuestro esfuerzo, devoción, tiempo o contribución financiera. Juzgamos a los demás que no trabajan con fidelidad: “¿Cómo pueden no hacer nada a pesar de decir que aman a Dios?” Con este tipo de sentir perdemos la paz con nosotros mismos y con los demás. Así, el sacrificio no nos es de ningún beneficio.

¿Por qué ofrecemos sacrificios sin amor a pesar de que tenemos fe? Esto se debe a que no tenemos un sentido de propiedad respecto a “lo que es de Dios es mío y lo que es mío es de Dios”. Si nuestros corazones están llenos de amor espiritual, podemos dedicar nuestro ser al Señor ya sea que nos reconozcan o no.

Amados hermanos y hermanas: Ruego en el nombre del Señor que ustedes alcancen el amor espiritual al darse sin reservas a los demás, al igual que una vela cuyo fuego arde sacrificándose a sí misma para alejar las tinieblas y alumbrar a su alrededor.



 

 

 
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