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Serie sobre “El Mensaje de la Cruz” – (24); Vida Eterna (2): No hay vida eterna sin comer la carne y beber la sangre del Hijo del Hombre (1)

Noticias Manmin   No. 22
6955
Junio 01, 2008


“Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros… Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida” (Juan 6:53-55.

Cuando una persona reconoce que Jesús es su Salvador y se arrepiente de sus pecados, ésta nacerá de nuevo y obtendrá de nuevo la vida eterna al darle Dios Padre el Espíritu Santo. Sin embargo, el nuevo nacimiento después de aceptar al Señor, no significa que alguien haya ganado la vida eterna; la persona necesita seguir creciendo por medio del consumo de la comida espiritual y con el propósito de llegar “a la mediad de la estatura de la plenitud de Cristo”.
“La comida espiritual” requerida para el crecimiento espiritual se refiere a “la carne del Hijo del Hombre” y a “Su sangre”. Solamente cuando comemos la carne y bebemos la sangre del Hijo del Hombre podemos obtener la vida eterna (Juan 6:53-55).
Indaguemos ahora en el significado de comer la carne y beber la sangre del Hijo del Hombre.

1. Significado de “Comer la Carne y beber la sangre del Hijo del Hombre”

“La carne del Hijo del Hombre” es la carne de Jesús, la cual es la “Palabra de Dios” escrita en la Biblia. Así como Juan 1:14 nos dice, “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”, la Biblia no podría ser más clara en su afirmación de la Palabra de Dios que fue hecho carne y esa “carne” era Jesús.
Jesús también se describió a Sí mismo como “el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo” Juan (6:51).
Comer la carne del Hijo del Hombre – la Palabra de Dios, el pan de vida – esta relacionado estrechamente con la comparación de Jesús al “Cordero”. En Juan 1, Juan el Bautista se refiere a Jesús como “El Cordero de Dios que quita el pecado del Mundo” (v. 29).
Hablando en forma general, las ovejas obedecen solamente a la voz de su pastor, son dóciles y solamente proveen beneficios para el hombre. De la misma manera, Jesús fue obediente solo a la voluntad del Padre, convirtiéndose por lo tanto en un sacrificio propiciatorio como una dócil oveja, y además le dio a la humanidad solamente cosas buenas. Entre las ovejas, aquellas menores de un año son especialmente puras, pues no se han apareado todavía y en términos espirituales, son como Nuestro Jesús quien es sin mancha e irreprensible.
Cuando la plaga que atacó a los primogénitos azotó a todo Egipto, como se narra en el capítulo 12 de Éxodo, Dios instruyó a los Israelitas a que tomaran un cordero “macho de un año sin defecto” – y a que “tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer”. Dios también le dio al pueblo de Israel instrucciones detalladas sobre cómo comer el cordero (Éxodo 12:8-10), porque hay una lección espiritual relacionada directamente a nuestra vida.
“Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego” (Éxodo 12:8-10).

2. Cómo debemos comer el cordero

1) No deber ser comido “crudo ni cocido en agua, sino asado al fuego”

Aquí, el “fuego” representa el fuego del Espíritu Santo y nosotros debemos comprender y hacer pan de la Palabra de Dios bajo la inspiración del Espíritu Santo. Y con el propósito de encender el Espíritu Santo, la oración ferviente también es necesaria.
2 Pedro 1:20-21 nos recuerda, “entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Y 2 Pedro 3:16 nos advierte que la interpretación de la Palabra de Dios sin la inspiración del Espíritu Santo, sino de una manera distorsionada nos apartará de la verdad y finalmente nos guiará a la destrucción. “Distorsionar” la Palabra de Dios sin la inspiración del Espíritu Santo, es lo mismo que comer el cordero “crudo o cocido en agua”.
¿Qué significa “comer la Palabra de Dios Cruda? Esto se refiera a la interpretación literal de la Palabra de Dios sin comprender el significado espiritual contenido en ella. Consumir comida cruda nos puede llevar a una indigestión o nos puede producir dolores de estómago. Del mismo modo, “comer la Palabra de Dios cruda” nos puede llevar a interpretaciones imprudentes y falsas de la Biblia.
Por ejemplo, Jesús nos dice en Mateo 6:6, “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. La interpretación literal de este versículo en particular nos podría llevar a construir una habitación interna en la cual podamos orar. Sin embargo, en ninguna parte de la Biblia leemos que alguno de los padres de la fe orara en un “aposento cerrado”; Jesús nunca oró en una habitación cerrada sino más bien en un huerto o en un lugar alejado.
En términos espirituales, la “habitación” se refiera al corazón del hombre. Usted estaría alejado del resto del mundo si fuera a una habitación y cerrara la puerta. El mandamiento de Jesús, “entra a tu aposento y cierra la puerta”, nos recuerda que cuando oremos, no lo debemos hacer para que los demás nos vean o para ser cautivos de deseos o intereses mundanos y por consiguiente continuar repitiendo las mismas cosas; nosotros tenemos que comunicarnos con Dios desde lo profundo de nuestro corazón.
¿A qué se refiere la Biblia cuando nos dice que el cordero no debe ser comido “cocido en agua”? Esto se refiera a que ningún elemento de este mundo debe ser agregado a la Palabra de Dios. Al predicar la palabra de Dios, hay alguno que incorporan en sus mensajes cosas tan carnales como la política o eventos de la actualidad, o citan expresiones de filósofos y de otros conocimientos humanos y los presentan como la verdad. Sin embargo, el pensamiento y el conocimiento del hombre son extremadamente limitados y ninguna ideología de este mundo es perfecta. 1 Corintios 1:25 fuertemente nos recuerda, “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”.
La Palabra de Dios sobrepasa cualquier conocimiento mundano y es la única eterna e invariable verdad. Manteniendo esto en mente, el predicador tiene que dar testimonio no para el conocimiento o especulaciones de este mundo sino más bien de la Palabra de Dios hallada en la Biblia e interpretada solamente bajo la inspiración del Espíritu Santo. Él tiene que enseñar a los hermanos y hermanas en Cristo sobre el Dios viviente, sobre cómo pueden encontrarse con Él, Su voluntad hacia ellos y sobre el modelo correcto de una vida en Cristo necesaria para la salvación. Por esta razón, el libro del Éxodo nos dice que no comamos el cordero “cocido en agua”.

2) “su cabeza con sus pies y sus entrañas” también tienen que comerse en su totalidad.

Esto significa que debemos hacer pan de la Palabra de Dios hallada en la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Cuando se lee la Biblia, algunas personas omiten las partes difíciles tales como el libro de Levítico, mientras que otros se rehúsan o están renuentes a creer en las señales y milagros descritos en la Biblia.
Si las personas cortan porciones de la Biblia, aquellas que no están de acuerdo con sus pensamientos y con sus especulaciones, lo restante no es ni la verdad ni puede ser considerada como fe, pues solamente quedará la ética y la moral. Por encima de eso, si no guardan en su corazón los mandamientos de Dios que de igual forma son difíciles para ellos, no obtendrán la vida eterna, y esto sin importar cuántas veces o cuan frecuentemente lean la Biblia.
La Palabra de Dios no debe tomarse en porciones ni en partes separadas sino que deber ser hecha pan en su totalidad. Por esa razón Dios ordenó a los Israelitas a que comieran “su cabeza con sus pies y sus entrañas”.

3) “Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego”

Si los Israelitas no podían terminar de comer el cordero antes de la mañana, tenían que quemar al fuego lo restante. En términos espirituales, “noche” hace referencia al período durante el cual el enemigo el diablo y Satanás ejerce autoridad sobre este mundo. En los últimos tiempos, mientras el mundo se empapa cada vez en el pecado y la maldad, la oscuridad también crecerá cada vez más. Cuando el Señor venga de nuevo en el tiempo de Dios, la oscuridad será disipada y la luz traerá consigo la mañana.
En ese tiempo, las personas reconocerán que todo lo que ha sido escrito en la Biblia sobre la venida del Señor, el Rapto, y otras cosas más era verdad. Además será evidente el grado al cual los creyentes han alcanzado la santificación y lo que han almacenado de recompensas en el cielo. La gente reconocerá entonces cuan absurdos han sido su arrogancia, su codicia y su amor propio, y cuán imperfecto ha sido su amor por el mundo y sus prácticas.
Sin embargo, no hay nada que puedan hacer sobre lo que ya han hecho. Sin importar cuánto se arrepientan, será demasiado tarde para ellos. Por lo tanto, antes que llegue la mañana antes que Nuestro Señor venga de nuevo tenemos que hacer pan de toda la Palabra de Dios diligentemente, completar nuestra preparación como las novias del Señor, y esperar por Su venida.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, el grado al que hemos llegado al hacer pan de la Palabra de Dios determinará la calidad de vida en este mundo así como en el cielo (eje. En términos de lugares de morada y recompensas).
Por lo tanto, pueda cada uno de ustedes hacer pan de cada pequeña porción de la Palabra de Dios y entrar al más glorioso lugar del reino de los cielos, ¡Yo oro en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo!


 

 

 
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