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[El Mensaje de la Cruz] Jesús Acostado en un Pesebre

Noticias Manmin   No. 8
11232
Mayo 27, 2007


"Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado ¦ Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón " (Lucas 2:1-7).


Jesús es la esencia de Dios, el Maestro de todas las cosas en el universo, el “Rey de reyes”, y el “Señor de Señores” (Filipenses 2:6; Apocalipsis 19:16).
Aun cuando Él fue misteriosamente magnificado, Jesús vino a este mundo hecho carne y vivió en pobreza en orden de redimir a todos los hombres de sus pecados. ¿Por que razón, entonces, nació en un establo Jesús el hijo de Dios y fue puesto en un pesebre? ¿Por qué tuvo Él que sufrir pobreza durante Su vida en la tierra?

1. La Razón por la cual Jesús nació en un establo y fue acostado en un pesebre

En Lucas 2 es una escena en la cual la Virgen María y su esposo José fueron a Belén para registrarse en el censo y María dio a luz a Jesús.
Ya que mucha gente había abarrotado Belén y llenado la posada allí, entonces, María se vio forzada a dar a luz a Jesús en un establo. Debido a que no había un lugar adecuado para acostar a Jesús envuelto en pañales, María colocó al bebe Jesús en un pesebre. De acuerdo a la providencia de Dios, Jesús nació en un establo y fue colocado en un pesebre.
Eclesiastés 3:18 nos dice, “Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias”. Algunos pueden reflexionar, “¿Por qué la Biblia dice que nosotros somos ‘semejantes a los animales’?” y piensan que tal comparación es rara. La perversidad del hombre, sin embargo, muchas veces lo coloca en un rango menor que los animales.
El hombre, que está supuesto a ser el señor de todas las cosas, hace la guerra para satisfacer su codicia y mata a mucha gente en el proceso. En orden de satisfacer su codicia material, el hombre no duda en argumentar, demandar, o incluso matar a sus padres, hijos o hermanos.
En el principio, Dios creó al hombre a Su buena y Santa imagen. Desde que Adán el primer hombre pecó, todos sus descendientes se convirtieron en pecadores y sus espíritus murieron. Y ellos han perdido eventualmente la buena imagen de Dios en ellos, volviéndose en tal caso, similares a los animales. En la medida que el corazón humano se fue manchando gradualmente de pecado y de maldad, ellos han venido a cometer y a vivir en toda clase de pecados de acuerdo a sus deseos mundanos y a su codicia.
Si nosotros vamos a entrar en el cielo, tenemos que recobrar nuestro lugar y deber como hombres. Jesús vino a este mundo y fue puesto en un pesebre con el propósitio que Él redimiera a la humanidad que se había vuelto similar a los animales y darles la salvación.
Jesús nos dice en Juan 6:51, “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”. Aquí, “comer el pan vivo que descendió del cielo” se refiere a hacer pan de la palabra de Dios en el corazón. De la misma manera que uno puede sostener su vida por medio de consumir alimentos, su espíritu puede fortalecerse a través de consumir pan espiritual. Esto es por qué Jesús, “¡La Palabra de Dios!”, vino a este mundo hecho carne (Juan 1:14) y se volvió Él mismo en el pan de vida para toda la humanidad.
Sólo a través de Jesús nosotros podemos recuperar nuestro lugar y deber como hombres y la imagen de Dios que hemos perdido. En orden de informarnos de este hecho, Dios colocó a Jesús en un pesebre. Entonces, ¿Cómo podemos nosotros liberarnos de la vida de animales y obtener la vida verdadera?
Eclesiastés 12:13 nos dice, “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”. Cumplir con el deber completo del hombre es guardar los mandamientos de Dios. Así que, recuperar nuestro lugar y deber como hombres es hacer las cosas que la Biblia nos dice que hagamos, no hacer las cosas que la Biblia nos dice que no hagamos, guardar las cosas que la Biblia nos dice que guardemos, y abstenernos y rechazar aquellas cosas de las cuales la Biblia nos dice que nos abstengamos y que rechacemos.
Muchos creyentes protestan diciendo, “¿Cómo vamos a guardar los mandamientos de Dios? Es demasiado difícil ser Cristianos”. Sin embargo, Dios no pretende hacer nuestras vidas difíciles. En su amor, los padres les enseñan a sus hijos las obligaciones básicas del hombre diciéndoles cosas como estas, “¡Estudia!” o “¡Lávate!”. En la misma forma, Dios enseña y dice a Sus hijos una variedad de cosas para que ellos puedan recuperar su lugar y deber como hombres y llevar vidas bendecidas.
En Su amor, Dios nos dice, “abstente de” y “rechaza” ciertas cosas, para prevenirnos de estar sujetos a juicios y sufrimientos. Y Él nos dice, “haz” ciertas cosas, de manera que cualquiera de nosotros pueda recibir Sus bendiciones y respuestas a nuestros problemas y obtener la salvación para que podamos vivir en el cielo eterno.

2. La Razón por la cual Jesús Vivió en Pobreza

Como Jesús nos dice en Mateo 8:20, “Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”, aun cuando Él proclamaba el evangelio y sanaba a innumerables enfermos, Jesús no tenía un lugar designado para descansar. A pesar de los innumerables milagros que Él realizó durante Su ministerio, ¿Por qué Jesús vivió en pobreza?
Como 2 Corintios 8:9 nos dice, “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”, Jesús vivió en pobreza para darnos las bendición de la prosperidad.
Cuando Adán vivió en el Jardín del Edén, todo era en abundancia y él no necesitó de trabajar arduamente. Sin embargo, después que pecó, el hombre y todas las cosas en la tierra fueron maldecidas de tal forma que el suelo producía espinos y cardos, y Adán solamente podía mantener su vida por medio del trabajo arduo y por el sudor de su frente. Por esto la gente se volvió pobre como consecuencia de la maldición por el pecado del primer hombre Adán. Jesús vivió Él mismo en pobreza con el propósito de redimir a la humanidad de su pobreza.
Algunos dicen que es incorrecto pedirle a Dios bendición material, pero en la Biblia se encuentran muchas de Sus promesas de bendición para darnos prosperidad. Nosotros también vemos que los padres de la fe como Abraham, Isaac, Jacob, José, y Daniel tuvieron temor de Dios y obedecieron Su Palabra, y como consecuencia vivieron vidas de abundancia y prosperidad.
En la gracia de nuestro Señor quien nos ha redimido de la pobreza, nosotros tenemos que ser capaces de recibir la bendición de la prosperidad. Por supuesto, nosotros no debemos pedir por bendiciones que procedan del egoísmo sino que nuestra prosperidad tiene que ser usada para revelar la gloria de Dios, a través de buenas acciones tales como proveer consuelo a los necesitados, apoyar el trabajo misionero, y dar ofrendas especiales para la construcción de un santuario. Dios quiere darle a Sus hijos todo aquello que le pidan con fe (Mateo 7:11), pero no todo aquel que le ore a Él diciendo, “¡Dios, bendíceme!”, recibirá Su bendición.
De hecho, como 3 Juan 1:2 nos recuerda, “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”, en orden que nosotros seamos prosperados en todos los aspectos, nuestras almas tienen que prosperar primero. Decir que “el alma prospere”, se refiere a recuperar la imagen de Dios que hemos perdido, por medio de vivir por Su Palabra. Deuteronomio 28:2 también nos dice, “Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios”.
Aun cuando alguien vive por la Palabra de Dios, él tiene que sembrar en fe en orden de recibir la bendición de Dios. Como 2 Corintios 9:6 nos dice, “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”, aun un individuo con gran fe cosechará abundantemente solamente cuando él ha sembrado abundantemente; si él ha sembrado escasamente, él solamente cosechará escasamente.
La clase de bendiciones que Dios le da a usted es en “medida buena, apretada, remecida, desbordante, caerá sobre tu regazo”, más que redoblada, y tanto como prospera tu alma, Él te devuelve al treinta, sesenta y ciento por uno. Mantenga en mente que Dios algunas veces le permite cosechar solamente hasta después que ha pasado un tiempo considerable y en esas ocasiones, Él siempre le bendice más abundantemente en el momento más apropiado.
“Sembrar abundantemente” no se refiere solamente a la cantidad o medida de la siembra de alguien. Dios está interesado en la clase de corazón, amor y fe con la que se siembra y Él acepta la esencia del corazón de cada persona. Cuando Jesús vio a una viuda pobre depositar dos monedas pequeñas de cobre en el arca de la ofrenda, Él elogió a la mujer, diciendo, “Esta pobre viuda puso más que todos ellos”, porque, a pesar de su pobreza, la viuda “puso todo lo que ella tenía para vivir”.
Si usted conserva en su mente que Dios acepta la esencia de su corazón, nadie puede decir, “yo no tengo nada que sembrar porque soy pobre”. Por supuesto, si usted ha sembrado con dinero, esto no significa que Él siempre les devolverá financieramente. Una verdadera bendición es la prosperidad de su alma. Cornelio, quien siendo un Gentil “tuvo temor de Dios con toda su casa, y le dio muchas limosnas a los judíos”, recibió la bendición de la salvación de toda su familia. Tabita (También conocida como Dorcas), quien “abundaba en hechos de bondad y caridad, los cuales hacía continuamente”, recibió la bendición de revivir después de la muerte.

Hermanos y hermanas en Cristo, actualmente, las vidas de muchas gentes no son muy diferentes de la de los animales. Y con el propósito de guiarlos a ellos por el camino de la salvación y bendición, Dios envió a Jesús a este mundo, lo puso en un pesebre, y le hizo vivir en pobreza.
¡Oro en el nombre de Nuestro Señor, para que a través de entender la providencia de Dios y el amor de Jesús, pueda cada uno de ustedes dar gloria a Dios con Sus bendiciones tanto en espíritu como en la carne al recuperar su lugar y deber como hombres!


 

 

 
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