Adán, el primer hombre, desobedeció el mandato de Dios en el que le dijo que el día que comiere del árbol de la ciencia del bien y del mal, ciertamente moriría. Como resultado de su desobediencia, Adán y sus descendientes llegaron a ser pecadores y por ende no podían continuar teniendo vida eterna. ...
En mi juventud, estuve en cama enfermo durante siete años. En ese momento, todo lo que me había quedado era un cuerpo que estaba enfermo de pies a cabeza, una deuda gigantesca, soledad, e impotencia. Después de encontrarme con Dios y recibir Su sanidad en todas mis enfermedades, empecé a realizar labores manuales desde el amanecer hasta tarde en la noche para pagar la enorme deuda, mientras mi familia – los cinco de nosotros – vivíamos en una casa de una sola habitación ubicada en una ladera. Aunque el trabajo era agotador y la realidad era aparentemente desoladora, todos nosotros estábamos llenos con gozo y agradecimiento por la salvación que habíamos recibido. Mirando ahora hacia atrás, las palabras no pueden describir adecuadamente cuan preciosos fueron esos momentos. Por haber vivido a través de esos tiempos, el amor de Dios es mucho más precioso para mí ahora y me pude convertir en el siervo del Señor sanando el cuerpo y el corazón de innumerables personas.
~ De la columna del Rev. Dr. Jaerock Lee “Siloam” publicada en el Periódico DongA
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